“Shenzhen apuesta por la IA: Invierte 22.000 millones de dólares para liderar la carrera tecnológica global y así redefine el futuro de China”
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El Silicon Valley chino en movimiento
Shenzhen, la ciudad que pasó de ser un humilde pueblo de pescadores a convertirse en el epicentro tecnológico de China, ha anunciado una inversión récord de 160.000 millones de yuanes (22.000 millones de dólares) en 2024 para consolidar su liderazgo en sectores como la inteligencia artificial (IA) y las infraestructuras innovadoras. Este movimiento no solo busca reforzar su posición frente a competidores nacionales como Hangzhou, sino también proyectar a China como una potencia global en tecnologías emergentes. Pero ¿logrará esta apuesta mantener su estatus en un contexto de desaceleración económica y rivalidades geopolíticas?
La inversión: ¿En qué se gastarán 22.000 millones de dólares?
El alcalde de Shenzhen, Qin Weizhong, detalló que los fondos se destinarán a “infraestructuras de tipos nuevos”, un concepto que incluye:
- Centros de datos para IA y computación en la nube.
- Redes 5G/6G y laboratorios de robótica avanzada.
- Parques industriales especializados en energías limpias y vehículos eléctricos.
En ese sentido BYD, la gigante de coches eléctricos con sede en Shenzhen, ya ha anunciado planes para expandir su producción de baterías con apoyo estatal. Según el gobierno local, estas inversiones buscan crear 200.000 nuevos empleos, muchos de ellos en ingeniería y desarrollo de software.
Aunque la cifra es impresionante, expertos como el economista Zhang Wei (citado por South China Morning Post) advierten que el éxito dependerá de la capacidad de Shenzhen para atraer talento global, algo complicado por las tensiones comerciales entre China y Occidente.
Metas económicas: ¿Optimismo o realismo?
Shenzhen se ha fijado un crecimiento del 5,5%, por encima del 5% que busca toda la provincia de Cantón. Sin embargo, hay escepticismo, ya que, en 2023, Cantón no alcanzó su meta del 5,5% debido a la caída de las exportaciones (es responsable del 25% de las ventas externas de China) y, por otro lado, el desempleo juvenil (18,1% a nivel nacional en 2023) sigue siendo un lastre.
A pesar de esto, Shenzhen aporta el 12% del PIB tecnológico de China, gracias a empresas como Huawei (telecomunicaciones) y Tencent (dueña de WeChat), que facturan más de 100.000 millones de dólares anuales combinadas.
Competencia interna: Hangzhou, el rival que crece en silencio
Mientras Shenzhen invierte en IA, Hangzhou (hogar de gigantes como Alibaba) se consolida como un polo alternativo. Startups como DeepSeek (plataforma de IA) y Unitree (robótica) han captado 1.500 millones de dólares en inversión privada desde 2022.
Esta rivalidad refleja una estrategia del gobierno chino: evitar la concentración del poder tecnológico en una sola ciudad. Pero también fragmenta recursos y talento, algo que podría ralentizar la innovación.
Lecciones del pasado: De aldea pesquera a megalópolis
Shenzhen no es ajena a las transformaciones radicales. En los años 80, se convirtió en la primera Zona Económica Especial de China, aprovechando su vecindad con Hong Kong para atraer capital extranjero. Hoy, su población (18 millones aproximadamente) equivale a la de Países Bajos, y su PIB per cápita supera los 20.000 dólares.
DJI, fundada en Shenzhen en 2006, controla el 70% del mercado global de drones, demostrando cómo la ciudad combina manufactura avanzada con innovación.
¿Un modelo sostenible o una burbuja?
La apuesta de Shenzhen es audaz, pero no exenta de riesgos. Por un lado, refuerza su papel como laboratorio de la China del futuro: una que compite en tecnología, no en mano de obra barata. Por otro, plantea dudas sobre la eficiencia de inyectar billones en un marco de desaceleración económica y sanciones occidentales a empresas como Huawei.
La clave estará en si estas inversiones logran traducirse en productos comercializables globalmente y no solo en proyectos simbólicos. Si Shenzhen triunfa, escribirá un nuevo capítulo en la historia tecnológica. Si fracasa, será un recordatorio de que incluso los gigantes pueden tropezar.
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